Un nuevo paradigma para liderar en tiempos de cambio
Con la pandemia por el COVID, el mundo del trabajo experimentó transformaciones radicales que impactaron en todos los aspectos de la vida laboral, así como social y personal. El liderazgo en las organizaciones fue uno de los espacios donde se gestaron cambios que persisten hasta la actualidad. Así, se consolidó un nuevo mindset para llegar a alcanzar los objetivos planteados.
En medio de la crisis global, del auge del teletrabajo y de la importancia de prestar atención a la salud mental de los equipos en un contexto que obligaba a quedarse en sus casas, surgió una necesidad: consolidar una nueva manera de guiar a las organizaciones y de evaluar la sucesión de líderes. La nueva normalidad trajo un cambio tridimensional, porque lo que transformó fue perpetuo, generalizado y exponencial. Con esa misma lógica debía modificarse el concepto de liderazgo.
Así es como las compañías mundiales más innovadoras y sus especialistas en talento entendieron que había que dejar completamente atrás un modelo que ya venía siendo cuestionado, el del “líder héroe”, solitario e individualista. En su lugar, se forjó la idea de “Liderazgo Sapient”, un modelo que combina inteligencia práctica y emocional, dominio del campo específico de la empresa, empatía, planificación y estrategia.
Pero incluso por encima de esas habilidades, los nuevos liderazgos destacan una en particular que brilló durante la pandemia: la adaptación al cambio. Esta cualidad ya no es una mera opción, porque a la resiliencia se le opone la posibilidad de perecer. Adaptarse a lo cambiante es necesario tanto para una dinámica más acelerada del mundo de los negocios -modificaciones que antes tardaban años ahora pueden darse en semanas- como para incorporar nuevas tecnologías en los procesos. Y en todo eso es fundamental que quien ejerza esta forma de liderar tenga la potencia de inspirar y convocar a sus equipos.
Esta concepción se diferencia de la idea de una buena gestión, propia del siglo XX con el surgimiento de las grandes organizaciones, que demandaba esencialmente un alto grado de orden y coherencia en las decisiones. El liderazgo no se trata de mantener la estabilidad y una proyección esperable de crecimiento sino, por el contrario, de afrontar el cambio en un universo empresarial cada vez más competitivo y volátil. Con modificaciones tecnológicas feroces, una mayor competencia internacional, la desregulación de algunos mercados y las transformaciones sociodemográficas, una empresa no puede ser la misma que ayer, y mucho menos quien encabeza las principales áreas de decisión.
No sos vos, es la forma en que aprendiste a hacer las cosas
En el campo del trabajo es cada vez más habitual ver que líderes de nombramiento reciente fracasan. Para encontrar una respuesta a por qué sucede, se debe mirar la forma en que sus compañías los designan. Suele suceder que la planificación de ese recambio consiste en construir una lista de colaboradores de alto potencial y los puestos que podrían ocupar, en un proceso que se vuelve mecánico y rígido.
Por el contrario, lo que enseñaron las crisis y la nueva forma de pensar cómo encabezar una organización es que el proceso ideal debe ser más integral y sostenido. Según referentes de empresas como Dow Chemical y Bank of America, la clave está en crear caminos de crecimiento de largo plazo en el que se forme a jóvenes talentos para afrontar decisiones en el futuro, en lo que denominaron “la gestión de la sucesión”.
Se trata de un proceso transparente donde se les ofrecen desafíos a profesionales de gran potencial y herramientas para resolverlos, ya que además del instinto se valora la capacidad de aprender y cruzar información para alcanzar las metas. Así, se mide el proceso, la estrategia y la flexibilidad para escoger, al cabo del aprendizaje, a quien mejor puede liderar. Así, lograr una “sucesión saludable”.
El desafío actual radica en liderar la transformación. En un entorno cada vez más competitivo y con cambios acelerados, la capacidad de adaptarse y guiar los cambios significativos se vuelve crucial para la supervivencia y el éxito a largo plazo de las organizaciones.
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