Formación en el ámbito laboral: aprender para ser agentes de cambio

El alma de una organización es su capital humano. Por eso, capacitarlo es una decisión en la que todas las personas ganan: quienes suman conocimientos para su tarea diaria y las empresas que cuentan con un equipo calificado, eficiente y listo para transformarse frente a nuevos desafíos. Las formaciones más recomendadas van desde conocimientos técnicos específicos para el área de trabajo hasta habilidades blandas e idiomas.

 

En un contexto mundial que impulsa a estar formado e informado, todavía muchas empresas consideran que brindar herramientas de capacitación a sus trabajadoras y trabajadores es “gasto innecesario”. Sin embargo, el cálculo debería mirar los aportes que le generará a la compañía invertir en los conocimientos de su gente. Según la consultora Adecco, “cuanto mayor sea el grado de formación y preparación del personal, más alto será su nivel de productividad, tanto cualitativa como cuantitativamente”.

 

Los beneficios para quien emplea son múltiples. Capacitar ayuda a disminuir la rotación de personal, aumenta su competitividad, facilita la resolución de problemas cotidianos porque brinda nuevas y mejores respuestas, genera formas de trabajo más autónomas y eficientes y colabora con la prevención de accidentes de trabajo. Además, acompaña los cambios lógicos de la evolución organizacional y mejora su imagen y posicionamiento en el mercado. 

 

En tanto, la experiencia de formarse en el ámbito laboral “ayuda a las personas en su integración institucional y socioprofesional en los equipos de trabajo, proporciona una mejora de la autoestima personal, profesional y social y favorece el aprendizaje a lo largo de la vida”, analizó el estudio “El impacto de la formación continua: claves y problemáticas” de la Universidad Autónoma de Barcelona, España.

 

¿Qué tienen que evaluar las compañías a la hora de capacitar?

 

Como todo proceso de innovación, es recomendable que cada organización desarrolle indicadores medibles para evaluar los resultados de ofrecer experiencias formativas a su personal. Tres son los cimientos del proceso, que son los mismos que el equipo analizará del otro lado de la vereda:

 

Eficacia: atender y evaluar la relación entre los propósitos logrados durante el programa de enseñanza y los propósitos programados, tanto al principio de la acción como durante su realización. 

 

Eficiencia: conocer cuántos recursos se utilizaron para alcanzar los objetivos (instalaciones, insumos, honorarios de capacitadores, tiempo productivo empleado en aprender, etcétera) y cómo se emplearon para lograr los objetivos.

 

Efectividad: identificar el punto máximo de calidad de acuerdo con la propia esencia de la actividad. Es decir, “es obligatorio establecer la cota de viabilidad que las posibilidades de cada grupo, persona o institución posean”, según indica el estudio de la casa de altos estudios española.

 

Decidir en qué capacitar

 

A la hora de establecer un programa de formación, es preciso que cada empresa releve sus necesidades, demandas y proyecciones para observar las áreas específicas donde profundizar en los contenidos.

 

Existen algunas asignaturas de interés para la mayoría de las organizaciones: las habilidades blandas y los idiomas, especialmente el inglés. ¿Por qué son de suma importancia? La primera porque aporta herramientas individuales y grupales para la transformación y su adaptación. Las personas aprenden sobre inteligencia emocional, empatía y resiliencia, valores necesarios para responder a exigencias e imprevistos a sortear en un proceso de crecimiento.

 

La segunda porque es un insumo necesario para el desarrollo profesional -también personal- en un mundo en el que la tecnología de la conexión permite conseguir proveedores y clientes en distintos lugares del mundo. Poder romper la barrera idiomática es sinónimo de hacer negocios en los rincones que sean estratégicos para cada organización.

 

Así, crecer como empresa y como profesional demanda aggiornarse. Qué mejor que hacerlo dentro del ámbito laboral, para alinearlo a los objetivos y desafíos del espacio y fomentar la confianza y la identificación de su equipo, que a partir de capacitarse en su lugar de trabajo estará en constante proceso de potenciación.

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